

Maria Isabel Riquelme De La barrera Meza y Ulloa
Hija, del Regidor del Cabildo de Chillán Viejo don Simón Riquelme de la Barrera y Goycochea y de doña María Mercedes de Meza y Ulla.
No hay seguridad absoluta sobre la fecha exacta de su nacimiento, pero lo más cercano es que fue en el año 1758, esta incertidumbre, nace de lo que acontecía en aquella época, no había Registro Civil de Identificación, pero lo cierto es que fue en Chillán Viejo.
UNA RÁPIDA MIRADA A CHILLÁN.
Chillán su historia, de acuerdo con varios escritos, el nombre de Chillán, se debería al pueblo aborigen del sector, que eran conocidos como chiquillanes, establecidos en nuestro sector cordillerano, ubicado desde Santiago hasta el sur de Ñuble.
Fue en el año 1580 y por orden del Mariscal Martin Ruiz de Gamboa, que aparece su fundación con el nombre de San Bartolomé de Gamboa, finalmente prevalece el nombre indígena del lugar Chillán.
Esta ciudad, es afectada por terremotos y severas inundaciones del rio Chillán, debo señalar que el terremoto del 20 de febrero del año 1835, destruyó completamente la ciudad, ahora con fecha más reciente, el día 24 de enero del año 1939, debió soportar un nuevo desbastador terremoto, que casi destruyó completamente la ciudad y que causó la muerte de aproximadamente 30.000 habitantes.
Debemos recordar el ocurrido el 27 de febrero del año 2010 y, nuevamente esta ciudad queda parcialmente destruida y con el hecho anecdótico, que los reos de la cárcel se fugaron en su totalidad y la estatua a la memoria de nuestro héroe, quedó degollada.
VOLVAMOS A MARÍA ISABEL.
Luego de haber intentado, una muy pequeña descripción de Chillán, volvamos hacia nuestra querida María Isabel, debemos dar credibilidad, a los supuestos, se dice que era de regular estatura, pelo muy negro y hermoso, de profundos ojos azules, tez blanca y de una indescriptible feminidad.
Su casa quedaba ubicada en la Plaza Mayor de Chillán Viejo y, dada la privilegiada condición política de su padre, esta casa era visitada por destacadas personalidades de la época, de allí que no resulta extraño, que también lo hiciera Don Ambrosio
Esa madre, que las circunstancias, no la dejaron serlo, después del nacimiento de Bernardo, debió regresar a su casa para volver a ocupar su lugar, en la alfombra de esa sociedad, como la señorita Maria Isabel, que siempre lo había sido.
Doña Maria Mercedes y Meza Ulloa, fallece al poco nacer Maria Isabel, los antecedentes históricos, nos indican que don Simón, se casó con doña Manuela Vargas, quien debió asumir el rol de madre de nuestra niña Isabel.
Es así entonces que Maria Isabel, desarrolla su niñez y juventud, ante los cuidados y caricias de quien ella, supo más tarde, que no era su madre biológica, no obstante, el delicado amor y cariño maternal de esta madre política, pudo opacar, el que no hubiera sido su madre carnal.
EN EL AMBIENTE, HAY BRISAS DE TERNURA INSOSPECHADAS Y PROMESA NO CUMPLIDA
Don Ambrosio al frente y al mando de su Regimiento, decide marchar en dirección hacia el sur, por lo que debe pasar obligadamente por Chillán y, según algunos escritos corría el año 1777, fecha en que el respetado y temido, por los indígenas, Regimiento de Caballería de Dragones de la Frontera, hace su entrada a la ciudad, el gran Capitán, catalogado como el gran dominador de los naturales.
Gran fiesta, carnaval, festejos en general, para dar recibimiento al Gobernador Subrogante de Concepción y gran Capitán del Ejército Español. Esta tan especial autoridad, fue designada para ser atendida y alojada en casa de una persona, de tanta autoridad como lo era Don Simón José Riquelme de la Barrera y Goycochea, ilustre Regidor de la Villa de Chillán.
Don Ambrosio tenía fama de solterón, a quien era imposible de dar caza, al margen de su más que atrevida presencia y rango.
Ya en casa de Don Simón, fue presentado a la familia y Don Ambrosio haciendo gala de su acostumbrado y riguroso ceremonial, fue saludando uno a uno y a cada integrante de la familia, pero, no pudo disimular su fuerte impresión, al ver la especial juventud, belleza y hermosos ojos azules de Maria Isabel, al parecer, ambos se interpretaron.
Al término de esta visita, quedó concertada la posibilidad de numerosas reuniones en la hacienda de los Riquelme en Pal-Pal, lugar de gran belleza y muy hermosos lugares aledaños.
María Isabel, con la imposibilidad de poder viajar sola hasta la hienda de Pal-Pal, decide muy cuidadosamente solicitarle a su hermana mayor y a una tía, realizar una visita hacia aquel lugar.
En esos tiempos, el vehículo acostumbrado era la carreta tirada por una yunta de bueyes, pero cuando la fortuna era mayor, había doble yunta, no la hacía más rápida, pero era más poderosa para poder vencer los accidentes del terreno y también poder atravesar los vados de los ríos.
Don Ambrosio, cuidadoso de manejar con claridad su agenda, tenía exactamente y muy enamoradamente considerada cada oportunidad, cada lugar concertado, cada fecha convenida, por lo tanto había una curiosa casualidad de encuentro.
Lo anterior no era problema, dado que esto ya había sido establecido, en la primera visita ocurrida en la casa de los Riquelme, por ocurrencia de María Isabel.
Así como Isabelita, organizaba necesario como justificados viajes a la hacienda de Pal-Pal Don Ambrosio hacia lo mismo, con sus inspecciones a las zonas indígenas.
En cada oportunidad que era posible, María Isabel experimentaba una especial sensación, que no podía describir, pero sí, sentía una gran admiración, un gran respeto, por este personaje tan distinguido, de tan buen hablar, que era capaz de expresar palabras tan maravillosas. Podía mirar la luna mucho más cerca que de costumbre, oler perfumes maravillosos, viajar por los aires sin ser sostenida, escuchar las palabras de Don Ambrosio, como repetidas muchas veces, como un eco continuado.
A Don Ambrosio, no le ocurría nada distinto, sabía que tenía a Maria Isabel muy cerca de él, pero al mismo tiempo la sentía tan alejada, sentía su voz cerca, pero no la podía escuchar, porque solamente sentía un murmullo melodioso, sentía una voz que acariciaba, sentía una voz que…
Maria Isabel, parece haber escuchado de la boca de Don Ambrosio, entre su voz acariciadora, una promesa de matrimonio, no lo podía creer, no podía dar crédito a una promesa de un personaje tan especial, tan inalcanzable, tan distinguido, quien era ella para ser poseedora de tanta felicidad, eso podía significar entonces que ella podía…
Llega el verano, tan pronto así como se retira la primavera y, los padres de María Isabel, se instalan en el fundo de Pal-Pal, es decir se instala toda la familia, con los normales preparativos para una cómoda estadía.
Ya lo sabemos que el tiempo no corre sino que vuela y, María Isabel, así como la primavera muestra sus avances floridos maravillosos, nuestra niña empieza a sentir que el resultado de un juego tierno, amoroso, no controlado, le estaba diciendo ahora que al igual que la primavera, ella también tenía un maravilloso fruto del amor, amor al cual se había entregado locamente enamorada y, que recién ahora se podía estar dando cuenta de aquello.
No, realmente no, no es telenovela, ni nada parecido, es amor puro, es amor inocente, por lo menos de parte de María Isabel, sincero al perecer de parte de Don Ambrosio y, es así entonces, que al poco correr del tiempo y, de varias visitas, se produce gracias al amor, el inicio de la vida de quien será mi Personaje.
No me cabe la menor duda, que a contar de este momento, se da comienzo a la seguidilla de hechos que tendremos que lamentar como momentos desgraciados, que deberá experimentar mi personaje.
Enojo, desesperación, angustia, desilusión, ante un ahora que hacer, embarazada y engañada por el personaje más importante de Chile, personaje al que le fue entregada toda la confianza, toda la admiración, todo el respeto, toda la ternura, toda la total inocencia, toda la magnífica juventud.
La presencia de la familia en el fundo, hizo que nuestro galán, fuera disminuyendo poco a poco las frecuentes visitas, de amor las primeras, protocolares las siguientes, ya no era un joven jinete y, los viajes había que hacerlos a pleno sol y, a tan largas distancias.
Ya Isabel le había comunicado la alegre-triste noticia, que estaba esperando a un hijo producto de ese amor de ambos y, que era además producto de esa promesa de matrimonio y, la verdad de las cosas, esta noticia que forzosamente debía ser toda alegría, como la enfrentaría ante la familia, que le había brindado desde el principio, toda clase de respeto distinción, confianza, le habían abierto las puertas de su casa de par en par, sin ninguna limitación ¿Qué explicación cabría, que explicación sería capaz de dar a esa distinguida familia?
Si bien es cierto que admiraba, respetaba y amaba a esta familia de su amada, su honor, su orgullo, su condición de respetado soldado del reino de España, se sentían totalmente destrozados y, muy especialmente por el gran amor que realmente sentía por María Isabel y, a quien en un momento que realmente lo oculta, pero lo sabe, le ofreció matrimonio.
Esa verdad-mentira, sin lugar a dudas, hizo que María Isabel llegara a olvidar, los graves y complicados problemas, que llegaría a ocasionar esta irresponsabilidad de ambos.
De nada ya servirían las lágrimas y padecimiento que estaba viviendo Isabel, ya que le agobiaba grandemente, su tierna y juvenil entrega, como así mismo, lo que ella consideraba como indolencia de parte de su amado.
Como es el dicho, que para entender a otra persona hay que meterse en sus zapatos, Don Ambrosio la verdad que estaba en una grave dificultad, por una parte, no tenía a nadie tan cerca como para contarle sus problemas íntimos y en esta forma poder recibir determinada ayuda, que bastante falta le hacía.
Don Ambrosio estaba convencido que debía cumplir con la promesa de matrimonio formulada a su amada Isabel, pero por otra parte, sabía categóricamente, de la existencia de estrictas disposiciones en que la Corona Real, prohibía en la forma más que categórica, el matrimonio entre sus Altos Funcionarios y criollos.
Don Ambrosio sabía muy bien además, que sí se atrevía a enviar tal solicitud, de autorización de matrimonio, tendría entre otras, las siguientes respuestas: Negativa total y completa. Aceptación, con la condición de hacer abandono inmediato de todos sus altos cargos vigentes.
Don Ambrosio, conocía muy bien hacia donde estaba caminando, conocía muy bien cual podría ser su tope, sabía muy bien, que el sillón de Virrey le estaba esperando, sabía muy bien del futuro de su destino.
Don Ambrosio conocía muy bien, que necesariamente, debía elegir el camino de no realizar tal petición, de autorización de matrimonio.
De todo lo anterior, sin temor a equívocos, nos conduce a que Don Ambrosio resolvió guiarse por su pensado y ambicioso futuro, antes que por el amor de esta inocente muchachita. Pesó la existencia de su tan significativa carrera.
Bernardo empezaba a dar sus primeras muestras de vida, bajo la protección del vientre de esta inocente niña, que además estaba preñada de amor, estaba preñada de ilusión, estaba preñada de fe, estaba preñada de engaño, estaba preñada de ternura y estaba también ahora preñada de temor, como darlo a conocer en la familia, como poder ocultarlo al resto de los lugareños.
El embarazo ya no podía mantenerse oculto, el frágil cuerpo de Isabel, no permitía hacer ocultamiento, los síntomas clásicos del embarazo, menos podían ocultarse.
No tengo la menor idea que ello sea cierto, de aquel dicho: el marido engañado es el último en saberlo, pero aquí en esta familia eso era cierto, el que no lo sabía era Don Simón y por resolución de Doña Manuela su segunda esposa, por fallecimiento de la primera, había que darle a conocer todos los pormenores.
Don Simón en conocimiento de lo ocurrido, determinó asumir toda la responsabilidad, impedir todo contacto de Don Ambrosio a solas con Isabel y las visitas, si consideraba realizarlas, se deberían llevar a efecto en presencia de Doña Manuela.
Su tía Doña Fermina, fue quien la acompañó a Pal-Pal y como mujer ya madura, pudo darse cuenta de esta tan especial coincidencia entre los viajes de Don Ambrosio y las peticiones de Isabel de viajar a esa hacienda, casi sin motivos justificados.
Ella estaba junto a su lado para ayudarla, en los menesteres del embarazo, en la soledad de la hacienda y que realmente le acompañó como verdadero paño de lágrimas. Esta tía, estaba más que interesada en encontrar una solución al nacimiento de esta criatura.
Decidió hablar con Don Simón, sobre su solución, cual era conversar con Doña Juanita Josefa Olate y Zabala y muy amiga de la familia Riquelme y lograr que en su hacienda tuviera lugar el nacimiento de este niño por llegar.















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