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Nace un Héroe
ES EN ESTE TERRITORIO, ES EN ESTE LUGAR AL SUR DEL PERÚ, ES EN ESTE LUGAR DESCUBIERTO, ES EN ESTE LUGAR CONQUISTADO, ES EN ESTE TERRITORIO, QUE SERÁ RECONOCIDO COMO CHILE, QUE TIENE LUGAR EL NACIMIENTO DE MI NIÑO HÉROE.
ASÍ NACE BERNARDO
ASÍ SE INICIA LA VIDA, DEL NIÑO HÉROE BERNARDO
ASÍ SE INICIA LA VIDA DE MI PERSONAJE
El calendario indicaba el día 20 de agosto del año 1778 y, el reloj siempre en forma no ruidosa, pero, con sus punteros, perfectamente acompasados, marcaba las 07.00 horas, de ese hermoso amanecer.
Hay algunos comentarios sobre la fecha exacta de su nacimiento, pero todo quedará aclarado con lo indicado en el Acta Bautismal, que fue publicada en la Revista Libertador O´Higgins, que es publicada por el Instituto O´higginiano de Chile y que daré a conocer en su totalidad, dado su especial valor histórico.
“Don Pedro Pablo de la Carrera, Cura y Vicario de la Villa y Doctrina de San Agustín de Talca, Certifico y doy fee la necesaria en derecho, que el día veinte del mes de Enero de mil setecientos ochenta y tres años, en la Iglesia Parrochial de esta Villa de Talca, puse óleo y chrisma, y baptisé Sub condicione, a un niño llamado Bernardo Higinz, que nació en el Obispado de la Concepción, el día veinte de el mes de Agosto de mil setesientos setenta y ocho años, hijo natural del Ma. de Campo General de este Reino de Chile y Coronel de los reales exercitos de S.M. don Ambrosio Higinz, soltero, y de una señora Principal de aquel Obispado, también soltera, que por su crédito no ba expresado aquí su nombre. El qual niño Bernardo Higinz está a cargo de don Juan de Alvano Pereira, vesino de esta Villa de Talca, quien me expresa habérselo remitido su padre, el referido don Ambrosio Higinz, para que cuide de su criansa, educación y doctrina correspondiente, como consta de sus cartas, que para este fin le tiene escritas, y existen en su poder, bajo de su firma, encargándole assimesmo que ordene estos asuntos de modo que en cualquier tiempo pueda constar sea su hijo. Y lo baptisé sub condicione por no haberse podido averiguar si estaría baptisado cuando lo traxeron; o si sabría baptisar el que lo baptisaría, ni quienes serían sus Padrinos de agua para poder tomar razón de ellos, sí estaría bien baptisado. Padrinos de óleo y chrisma, y de este baptismo condicionado, fueron el mesmo don Juan de Alvano Pereira, que lo tiene a su cargo, y su esposa Doña Bartolina de la Cruz y para que conste di esta en estos términos, de pedimento verbal de el referido don Juan de Alvano Pereira, en esta villa de Talca, a veinte y tres de Enero de mil setesientos ochenta y tres, y lo anoté en este libro para que sirva de parida de que doy lee. Firmado Don Pedro Pablo de la Carrera, hay una rúbrica.después de la firma está anotado lo siguiente Bernardo Higinz español.
Sí, ha nacido Bernardo, pero no hubo nada de nada, solamente hubo silencio….silencio, SECRETO….SECRETO… absoluto.
Qué triste, más triste nacer.
Solamente me permitiré decir, que desde muy antiguo, para no caer en fechas que a veces no son tan necesarias, como para este caso, pero si para el motivo, especialmente los padres del recién nacido, expresaban su gran alegría, invitando a sus amistades, a sus parientes, a sus vecindades, a sus más cercanos, había que lanzar a los cuatro vientos, esta gran noticia, esta gran alegría.
Si exactamente son las 07.00 horas de ese amanecer del día 20 de Agosto de ese año, nace muy sano y a la usanza de parteras, su abuela su tía y la que será su mama mapuche, este niño, que la historia lo colocará en el pedestal del Prócer de Chile.
Lamentablemente había que experimentar una muy callada alegría, motivada por algunas consideraciones muy especiales, por ejemplo, ningún integrante del gobierno español, podía llegar a saber esta grave inconsecuencia, ya que estaba prohibido por la Corona Real, la convivencia entre españoles y criollos (mezcla entre español y mapuche, entre español y otra etnia), por lo cual, peligraba en su totalidad, la permanencia de Don Ambrosio en el desempeño de sus altos cargos y debería hacer por lo tanto abandono de sus puestos.
Por otra parte, María Isabel era madre soltera, otra condición muy severamente sancionada por la inconsecuente sociedad reinante, toda española y, marcadamente dominada por la iglesia católica apostólica romana, esta condición de Doña Isabel, la colocaba en la categoría de una mujer cualquiera.
Como si lo anterior no fuera suficiente, toda la familia pasaba a ser considerada de muy baja condición moral y, quedaban bajo la misma categoría, todos aquellos que se consideraran sus amigos más cercanos.
No deberemos olvidar que muchas faltas, que podrían ser consideradas pequeñas, al ser analizadas por alguna autoridad como grave, bastaba solamente esta determinación, para que la Santa Inquisición, determinara su condena, como cárcel, horca o decapitado, sin ninguna apelación, que desde luego ello no era posible.
Mis amigos lectores, lo cierto es que no me encuentro capacitado para calificar, este momento, esta especial vivencia, una bomba de alegría, había que sumergirla en lo más profundo posible, para acallarla.
Pretendiendo hacer un paralelo, con nuestro momento actual, que foto le mostraríamos a Bernardo de su nacimiento, que explicación le podríamos dar, para poder justificar, esto que es injustificable.
Como podríamos explicarle, que toda esa enorme alegría por su nacimiento, hubo necesidad de cambiarla por amargura, por tristeza, por dolor, por no poder gritarle a esa sociedad reinante, hasta cuando, habría que soportar este injustificado dominio.
Se escuchó un hermoso llanto de recién nacido, que en otro momento de estas mismas circunstancias, habría sido festejado con gran alegría y especial felicidad, no obstante, este histórico llanto, tendría que ser escuchado por sólo y, exclusivamente, por los más cercanos e inmediatos, que en esos momentos y circunstancias, se movían en silencio, muy preocupados, pensando tempranamente que artimañas organizar, que historia narrar, para que este nacimiento tuviera el máximo de silencio y ocultamiento, esos llantos del recién nacido, tendrían que ser acallados, para el resto del universo, dada las severas exigencia de esa fundamentalizada sociedad, que era dominadora en este, que con el tiempo y con la
preocupación de este llanto de niño, llegaría a constituirse en nuestro país.
Este niño no conoció el sabor de la leche maternal, que le correspondía, este niño no conoció las caricias de una madre amorosa, este niño no fue mecido en los tiernos brazos de una madre—madre.
Maria Isabel, definitivamente debía olvidarlo y, seguir las instrucciones del padre, que fueron las más que severas y absolutas, sin embargo, no todo afortunadamente es desgracia en la vida de nuestro héroe.
María Isabel, obligada por el padre, de no divulgar quien lo era, obligada por el no cumplimiento del padre en su promesa de matrimonio, obligada por esta tremenda carga de negaciones, para poder cumplir con su obligación de madre, estaba obligando a esta niña madre, a olvidar este sagrado compromiso natural de la vida, obligada por quien no deseaba ser reconocido como su padre.
La familia decide hacer regresar a Isabel a Chillán y ya con un tiempo prudente, se empieza a elaborar un plan de solución a esta inconsecuente inconsecuencia.
Isabel por propia resolución, determina no saber más de este personaje, que se esconde en la irresponsabilidad, aun cuando pretenda regresar con alguna promesa, especialmente de esas que ya se conoce, no las cumplirá.
Las exigencias de la sociedad de esos entonces, la obligarán a tomar medidas de protección de su prestigio de persona honesta y acepta lo que le es propuesto: casamiento con Don Félix Rodríguez.
Según los escritos, Doña Juana Josefa Olate y Zavala, muy amiga de la familia Riquelme, tenía un hijo, de cinco años de edad, quien acogió con mucho cariño, a este que consideraría como su hermano, Juan Antonio Olate, quien aparecerá más tarde, durante el gobierno de Bernardo.
Doña Juana Olate, tenía en su servidumbre a una mapuche Sayen, que en idioma mapuche significa, mujer de gran corazón, que recién había dado a luz a un niño mapuche de nombre Alongkewün, que en mapuche significa lenguaje abundante y que fue su «mama», y que estuvo presente en el parto, a quien no le fue impedimento amamantar, a estos dos recién nacidos, esta «mama», como es de suponer, les hablaba con cariño de madre, en mapudungun, a estos amamantados, estos diálogos, entre español y mapuche, se establecieron, por todo el período que duró la permanencia de Bernardo, en la hacienda de los Olate, a muy temprana edad, ya le fue familiar este idioma a Bernardo.
Este niño no supo de los consejos de un padre y mucho menos de un padre preocupado, tierno y amoroso, muy por el contrario, tenía a un padre comprometido y obligado por las exigencias de la realeza, su alto rango y, de la sociedad dominante.
Pasa el tiempo y Doña Juana Olate, junto a su hijo Juan Antonio, a Bernardo, a su mama Sayen y a su hijo Alongkewün, deciden viajar a Chillán y, esperar la llegada de uno de esos inviernos.
Un día cualquiera de esos inviernos lluviosos, una joven niña miraba con tremenda sorpresa a un niño de ojos azules, pelo de un color llamativo distinto, quien daba pasos inseguros en el corredor de la casa de Doña Juanita y, no pudiendo soportar esta alegría, corrió y lo tomó entre sus brazos, apretándolo firmemente contra su pecho por un tiempo más que prolongado y Bernardo, como presintiendo algo extraño, no rechazó esta entrega de tanto amor, muy por el contrario, quizás presintiendo algo que no entendía.
Desde luego que estas visitas clandestinas, se sucedieron con alguna regularidad y manteniendo la reserva que el caso aconsejaba y, que la prohibición del padre imponía, en forma tan severa y fuera de toda lógica.
Como esta prohibición no era para la familia, su abuelo Don Simón lo frecuentaba con gran alegría, así mismo su abuela y sus tías.
Como Don Ambrosio mantenía un equipo de espías, fue informado de la existencia de este niño, su hijo, que se trataba de un niño muy hermoso y que estaba al cuidado de Doña Juana Olate.
Gran alegría también para el irlandés, era un varón y ello le entregaba gran tranquilidad, dado que le permitiría, aun cuando a la distancia, entregar su personal preocupación y dedicación, aun cuando esta fuera entregada en forma anónima.
Tranquilidad personal, pero no de su conciencia, de su negación de matrimonio para aquella hermosa niña, que ahora podía comprobar le había entregado un hermoso hijo.
Don Ambrosio estaba feliz con la nueva de su hijo, pero sentía especial preocupación por el silencio que había mantenido Isabel y toda la familia, al ignorarlo de este acontecimiento tan importante en su vida.
Tomó una arriesgada resolución, envió a su hombre de confianza, el Teniente Tirapegui y a dos subalternos, para que fueran portadores de regalos y dinero, para que le fueran entregados a Doña Juanita, quien aparecía al cuidado del niño, de su niño.
Tirapegui tomó contacto con Doña Juanita Olate, a quien hizo entrega de los regalos y del dinero que le había sido enviado por Don Ambrosio, producto de este acercamiento, Tirapegui fue autorizado para realizar las visitas que estimara conveniente, para tomar contacto con Bernardo.
Doña Juanita paseaba por los alrededores, con los tres niños, en compañía de la mama mapuche, desde luego que se dio inicio a las primeras habladuría, ¿quién era este niño?
Y, no faltó quien o quienes, ya sea en las calles o en las tertulias, haciendo uso del calendario, sacaban cuentas de la estadía del Regimiento al mando del Capitán General Higgins, con pelo de igual color y, poco común en la región y de las constantes visitas llevadas a efecto, por este gallardo Oficial de la Corona Real y que curiosamente se había alojado y establecido gran amistad con la familia Riquelme, como resultado sacaban conclusiones que había una real coincidencia de fechas.
Estos comentarios, iban creciendo cada vez con mayor fuerza, lo que motivó a Don Ambrosio, a tomar determinadas medidas, de mucha cautela, para impedir, se llegara a la verdad.


