

Existe un imposible de acallar, el comentario callejero, de esquinas, de tertulias, de determinadas intenciones, malas, bien intencionadas, curiosas, que inician su preocupación por conocer quién es este niño de pelo casi colorín y ojos azules, que goza de tantas privilegiadas atenciones y es más, curiosamente parecido a una alta autoridad gubernamental.
Estos casi bulliciosos comentarios, hacen temer a Don Ambrosio, que la verdad sea al final conocida y, así su carrera militar y política, desmoronada.
Es entonces que toma la determinación de alejarlo, lo más posible, de la zona en conflicto. Ambrosio toma la determinación de enviar a Bernardo, a la ciudad de Lima Perú, a la casa del respetado comerciante irlandés y, su amigo personal, Ignacio Blake, quien procede, según el mandato recibido, a matricularlo en el distinguido Colegio del Príncipe, en calidad obviamente, de internado.
Bernardo es embarcado en Valparaíso, con rumbo hacia Lima, Perú, pero en estos viajes, ya no contará con su amigo Tirapegui, tendrá que realizarlos sólo, no habrá quien se preocupe de su equipaje, de abrigarlo, de su alimentación, aun no hace abandono de su condición de niño y, ya debe aprender a valerse por sí mismo.
En Lima, en lo que será su nuevo lugar de vida, fue recibido, por un íntimo amigo de Don Ambrosio y acaudalado comerciante, ampliamente conocido y considerado como tal, en todo el Perú, Don Juan Ignacio Blaque .
Bernardo, experimenta su segunda impresión, la primera fue cuando llegó a la casa de sus padrinos, mucho más elegante que las de Doña Juanita, pero esta de ahora, la verdad es que lo tenían maravillado de impresión, era un verdadero palacio, según lo podría comparar, mucho después
La matrícula en el mejor de los colegios de esa época, como la estadía misma en Lima, no resultó en absoluto fácil o cómodo para Bernardo, no podemos olvidar que Perú, era el Virreinato representante del Rey de España y, en Lima preferentemente, vivía los más aristocráticos de la sociedad de esa época y, los más poderosos en forma económica, Chile era solamente un lugar apartado, lleno de indios o naturales indómitos, o salvajes, para la mayoría, súbditos del Virreinato del Perú.
Bernardo venía de ese lugar, quizás con sangre india, pero sus ojos azules y el color de su pelo, lo colocaban, lejos de esa categoría social, que resultaba de tanta importancia en Lima.
Ese problema existía en gran escala en el Colegio del Príncipe en Lima, sin embargo, no constituyó inconveniente a Bernardo, dado que el resultado de sus exámenes practicados por los diferentes profesores, fue de distinción especial, dado que afortunadamente, en el Colegio de Naturales de Chillán, toda estas materias ya le habían sido enseñadas y, por él muy bien aprendidas.
Como el Colegio del Príncipe, no contaba con un sistema de calificación superior, había necesariamente, que lograr cambiarlo de lugar, al que resultara más adecuado y exigente, lo que en principio no aparecía como fácil, dada su condición, de poca claridad de quienes eran sus padres, fundamentalmente.
Afortunadamente Don Ignacio Blaque, que como ya lo he señalado, precedentemente, era un personaje de gran prestigio y muy bien considerado en lo económico, tenía posibilidades, si bien es cierto, no muy fáciles, pero posibles, de lograr matricular a Bernardo en el Colegio Real y Mayor San Carlos, conocido como el Colegio de los Nobles, era un colegio totalmente católico, que como era la costumbre en ellos, la exigencia de padres religiosamente constituidos, era primordial.
Es aquí donde aparece la valiosa presencia y, condición de prestigio tan especial que poseía en todo el Perú, Don Ignacio Blaque, ya que por el sólo hecho que Bernardo, apareciera como su protegido, al tiempo del informe del Rector del Colegio del Príncipe, señalando que su preparación de estudios y su preocupación por aprender, eran más que satisfactorias, fue posible lograr su matrícula.
Además se comenta que el propio Don Ambrosio, envió a Don Ignacio un documento donde quedaba claramente establecido, que respaldaba en plenitud su pureza de sangre y, que le bridaba su total apoyo, en todo lo que correspondiera de su parte; este escrito estaba respaldado por los timbres y sellos respectivos, de su alto puesto en Chile.
En este colegio de la alta nobleza española, radicada en el Perú, se practicaba sin contemplaciones y a espaldas de los profesores, un ritual muy particular, un tribunal muy especial, formado por los más inconsecuentes de los alumnos; en ese colegio, nadie, podía ingresar a él, que no tuviera pureza de linaje y sangre y, ellos estaban allí, para su control, extra dirección y profesores del colegio.
Bernardo como alumno nuevo, fue sometido a estas exigencias de estricto interrogatorio, con el objeto de esclarecer linaje y pureza de sangre.
Bernardo fue sometido a numerosas bajezas de orden moral y corporal, fue ubicado en un lugar separado en los comedores, fue cuidadosamente separado de lugar en los dormitorios.
Como Bernardo se negara a dar respuesta, de su real linaje y, guardara total y absoluto silencio, ante tan permanentes y odiosas preguntas y procedimientos sobre este particular, dado que si entregaba la verdad, su progenitor, sería severamente sancionado y separado de su alto cargo y, él le debía total lealtad, a costa de su propia felicidad y futuro, fue causal suficiente para que se tomara con él una resolución final.
Este tribunal de alumnos, llevó hasta la Dirección del Colegio, la resolución de eliminar a este alumno de extraña procedencia y linaje, a la mayor brevedad, con el objeto de mantener el alto prestigio que mantenía el colegio.
Todo lo anterior, en que casi todo el alumnado del colegio, mantenía en total aislamiento a Bernardo, privado de cuanto le fuera posibles.
Ante este inconsecuente procedimiento, de los alumnos del colegio, la Dirección totalmente alarmada, les señaló a los alumnos, cual era realmente el linaje y pureza de sangre del alumno Bernardo, aseveración dada por quien, ya se conocía la casi seguridad de su nombramiento como Virrey del Perú.
Esto último calmó los ánimos de los alumnos más rebeldes y, dio tranquilidad a los malos momentos que pasaba, mi héroe niño.
Don Ambrosio, con este poder, con toda tranquilidad, podía permitirse estas libertades, que le aseguraban una educación, la mejor de esos tiempos y, el ocultamiento de la paternidad de Bernardo, quien aparecía como su protegido.
La vida diaria en este colegio, era realmente un suplicio para Bernardo, dado que había una rara sumisión al Rey de España, bastaba que su condición o puesto fuera nombrado, para que todos por igual, se levantaran, y se inclinaran con mucho respeto.
Además, pudo conocer en detalle, la odiosidad con se trataba a los indios, cosa que para él resultaba inaceptable de todo punto de vista, dado que tenía otra óptica de aquello.
No aparece como casual, que cuando Bernardo cumplía 15 años de edad en Lima, Don Ambrosio, además de ser un especial estratega militar, era un no disimulado ambicioso político, avalan esta descripción, sus numerosos éxitos, en todas las actividades que le había correspondido participar, todo lo anterior le hacían sospechar, con gran certeza, la más que segura posibilidad de ser designado Virrey del Perú.
Desde luego, que ante esta certera posibilidad, la presencia de Bernardo en Lima y si se llegara a conocer su paternidad, comprometía riesgosamente, la seguridad de este nombramiento y, lo que era más determinante, si era nombrado como tal, de todas manera Bernardo, a esta edad, ya en su mente empezaban a aparecer los primeros dibujos sociales, incomprendidos, porqué su padre, dado que lo sabía, no se presentaba como tal y por qué no actuaba como otros padres, tal como lo conoció en casa de la familia de sus padrinos, lugar donde recibió y aprendió a conocer, como un padre y una madre, se preocupaban y amaban a su hijo.
Luego de esta desacostumbrada costumbre de los alumnos del colegio, su tutor Don Ignacio Blaque, cambió su condición de interno, por alumno regular, es decir, solamente le correspondía asistir cumpliendo un determinado horario diurno.
En estas condiciones, Bernardo tuvo la posibilidad de efectuar distintos recorridos por la ciudad, enterarse de las bellezas existentes, visitar a manera de conocimiento, distintas tiendas y diversos negocios.
Lamentablemente su corta edad, aun no le permitían darse cuenta cabal, que realmente no se trataba de lo más maravilloso de la existencia, aun le faltaba mucho mundo por conocer y poder maravillarse.
Tercer viaje
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