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Una visión femenina

Bernardo, en mi calidad de mujer chilena, me iba a permitir el inmerecido privilegio o el irreverente atrevimiento, de proyectar una mirada tuya, agradecida de todos los legados, pero ya con más tranquilo recogimiento, intentaré lo mismo, pero desde, los ojos de la bella y noble doña Maria Isabel, tu abnegada y dolida madre.

 

Tu imagen, tu figura, tu talento y tus glorias, pasado el tiempo y frente al juicio de la historia, permanecen y permanecerán en el infinito, grabadas en las mentes, de tu pueblo como eterno agradecimiento, a tus más que conocidos sacrificios y sufrimientos en tu niñez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si Bernardo, tu niñez hecha de trozos de visiones y afectos, lejos de un padre esclavo de las imposiciones de la sociedad de la época y de una madre, siempre preñada de sufrimientos, por el permanente alejamiento de su niño, que supo cuidar en su vientre, entregando en ese estado, todo el cariño maternal, como previendo, que más tarde tendría que sufrir, el mayor castigo de una mujer-madre, la imposibilidad de entregar amor maternal a su hijo, que fue concebido en tan infortunada situación.

 

Bernardo, también sabemos, que tu padre siempre permaneció atento a tus cuidados, pero fue el clásico padre, que con dinero estaba convencido que hacia entrega de amor paternal ejemplar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como mujer y madre, tengo la más absoluta convicción, que cualquiera mujer de nuestra tierra, hubiese experimentado el más apreciado sentimiento maternal, de haber querido acariciarte, haber querido entregarte el seno de un hogar y una familia, que desgraciadamente te fue negado por el rango, para una hoy, incomprendida sociedad y nobleza y que el marcado rigor de tu padre, bien pudo haber evitado tus calvarios, soledades y angustias.

 

Ella tu madre, te habría acariciado y entregado el calor de su alma. Ella tu madre, es la ejemplar representante de la mujer chilena.

 

Ella tu madre, es la mujer que ha sufrido tanto por encontrar la verdad y la felicidad, esa verdad que tanto necesitamos las mujeres y que tan esquiva es.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ella tu madre, la mujer de sensibilidad grande y profunda, de infinita sencillez, de cariñosas palabras, de corazón fatigado en experiencias, de amores inconclusos, de alma extremadamente pura, que ha logrado arrebatarle al huracán la fuerza, el calor al sol y a la luna su tristeza.

 

Esta mujer es la que ha pagado un alto precio por su bondad, por su generosidad, por su entrega, ella es una dama suficientemente fuerte como para llorar por lo que vale la pena.

 

Ella es una mujer que sabe que significa abrazar, dar una caricia y que tiene un amplio diccionario de sentimientos nobles, de eterna sonrisa y de sueños transparentes.

 

No la llamemos ganadora aún, esperemos un poco, atesoremos sus expresiones, que ya la veremos en pie y entonces podremos saludar a una mujer, de esas pocas líderes que no necesitan aplastar a nadie para poder sentirse única y grande.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En esta mujer-madre se vislumbra la humildad, ya que ha sido su propia maestra y esta mujer ha sabido acentuarse con noble obstinación, en los primeros de la escuela de la vida, allí donde cada una de nosotras deberíamos aprender que todas, absolutamente todas, cometemos equivocaciones y todas absolutamente todas, merecemos oportunidades enormes en la vida.

 

Ella es considerada una aventurera de la vida, con una reserva inagotables de esperanza, su existencia tiene muchas lágrimas, pero no le faltan las oraciones que alimentan su espíritu y el afecto de los que están a su lado y el calor bendito de su alejado y muy querido hijo que ella con su entrega y perseverancia construyó como familia, a su llegada a Chile.

 

Sobre todo y lo más importante, que no le puede faltar, es la mirada luminosa de su hijo, aquel bendito hijo, que es una fuente de alegría, que es un beso del futuro, una promesa, una música siempre nueva en sus oídos, un perfume que puebla de amor su corazón de madre, dardos de fuego han golpeado a esta bella mujer y, que yo realmente admiro.

 

Ella es una mujer digna de imitar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bernardo, pero ese es el ayer, que al igual que el rigor de tu padre, no admite cambios en el hoy, tu nobleza y heroísmo, resuenan en tu patria, que nos legaste libre y soberana.

 

Bernardo ¿Qué madre o que mujer, de esta tierra del confín del mundo, no hubiera querido saber que por sus venas, corre la sangre a raudales, también, la suya?

 

Bernardo, a nombre de las mujeres de Chile en general, deseo decir a tu memoria, que habría sido la mujer-madre, más feliz de la tierra, el haber podido tener la no disimulada dicha: de haber deseado ser tu madre.

 

Bernardo O’Higgins Riquelme, tu nacimiento fue la de un héroe, Bernardo O’Higgins Riquelme, tu muerte fue la de un patriota.

 

Una madre que hubiera querido ser tu madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gracias amiga mía, por esta maravillosa carta

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GRACIAS POR TU VISITA

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