N° 6
BIOGRAFÍA
CAPITÁN JOSÉ LUIS ARANEDA CARRASCO
Nació en las legendarias tierras de Chillán Viejo, un lunes 28 de agosto de 1848. José Luis heredaría de sus padres, agricultores de la zona, el espíritu de trabajo y de privaciones.
Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el liceo de su ciudad natal. Cursaba el último año cuando se declaró la guerra con España (1865-1866). Fue la oportunidad para el joven Araneda y varios compañeros para enrolarse en el Ejército.
El 12 de junio de 1865, cuando aún no cumplía los 17 años, vistió el uniforme de soldado en el Batallón 7º de LINEA. El 24 de septiembre de 1865, tres meses y doce días después de recibir su primera instrucción de combate, el soldado José Luis Araneda se encontraba destacado en el puerto de Talcahuano, bloqueado a la fecha por la fragata Resolución, de la Real Armada española.
Al estallar la Guerra del Pacífico se encontraba en tierra indígena, en Collipulli, era ya Teniente, grado al que ascendiera el 5 de mayo de 1877.
José Luis Araneda cumplió su primera misión de combate en la Guerra del 79, en el Asalto y Toma de Pisagua (2-XI-1879). Aferrado al borde de un lanchón que conducía 70 hombres, experimentó por primera vez los silbidos de los proyectiles de peruanos y bolivianos que disparaban sin cesar sobre las embarcaciones a remo y a remolque que se acercaban a las abruptas playas al norte del pueblo. Los Buines, agazapados en el fondo de las lanchas, tenían orden de no contestar al fuego, a fin de no presentar un mayor blanco.
Fue en esta operación de desembarco cuando Araneda recibió una bala en su mano derecha. Amarrándose un pañuelo en la herida se lanzó a las rocas de la playa, pero la braveza del mar hizo chocar violentamente su embarcación, recibiendo el oficial una fuerte contusión en el cráneo. Mas el bravo chillanejo continuó adelante y junto con su compañía de fusileros, debió comandar a la vez el ATACAMA por baja de sus oficiales. En la conquista de Pisagua, los Buines de Araneda hicieron 65 prisioneros.
Más adelante participaba en la famosa Expedición Lynch que tenía por misión distraer a las fuerzas peruanas de Lima, imponer contribuciones de guerra a los acaudalados hacendados del extremo norte y batir a las unidades regulares que se interpusieran en la operación. En esta expedición llegó Araneda, prácticamente, hasta la frontera con Ecuador. En Chimbote, luego de desembarcar, realizó un raid hacia el interior, en demanda de los ingenios de azúcar; luego desembarcó en Paita, Chocopa, Acospe, San Pedro de Pacasmayo, etc.
Los muelles donde era posible el desembarco de material de guerra eran destruidos, lo mismo las estaciones y vías férreas. Y Araneda fue uno de los artífices de la liberación de los esclavos chinos que trabajaban duramente en las industrias y haciendas peruanas del norte.
Luego de la ocupación de la capital de los virreyes, vino la sufrida campaña del interior. Araneda partió con su querido regimiento a las sierras, ascendiendo hasta los 4.000 metros de altura, para proporcionar protección a la Expedición Letelier.
En la desolada sierra peruana, Araneda se encontró acantonado en la hacienda de Sangra o Sangrar, donde fue atacado por las fuerzas diez veces superiores del Coronel Vento. Las tropas chilenas parapetadas en los alrededores de la casa principal de la hacienda sumaban 36, incluyendo a su Capitán. Otros 14, al mando del Subteniente Ismael Guzmán, ocuparon posiciones adelantadas cuando ya los enemigos estaban encima. Estos no pudieron reincorporarse a las fuerzas de Araneda, retirándose hacia Casapalca.
Pocos minutos después de las trece horas del 26 de junio de 1881, los hombres de Araneda recibían un nutrido fuego de fusilería desde lo alto de las lomas que rodeaban la zona. El número de los atacantes no ha sido posible determinarlo con exactitud. Araneda había sido informado -y de ello dejó constancia en su parte- que por la comarca se movían "unos 700 enemigos, de ellos 400 bien armados".
Desde que se inició el abrumador ataque, el Capitán Araneda animaba constantemente a sus soldados. Estos, atrincherados tras los murallones de un corral, frente al cuartel improvisado, respondían al fuego enemigo con cerradas descargas. Después de más de una hora de combate, recibiendo fuego de todas partes, el Capitán Araneda ordenó replegarse al edificio que servía de cuartel. Siete muertos y catorce heridos era el saldo hasta ese momento.
El cuartel disponía de tres ventanales (uno al frente y uno en cada costado). Por orden de Araneda se abrieron de par en par, al igual que el portón de entrada, pero la puntería certera de los buines no permitía que nadie se acercara, pues era dado de baja de inmediato. En vano los hombres del Coronel Manuel de la Encarnación Vento, hijo de Don Norberto, dueño de la hacienda Sangra y, por tanto, conocedor del terreno, trataban por todos los medios de aniquilar a tan porfiado cuanto peligroso adversario.
Se acudió al incendio, a los forados en las paredes, ruptura del techo, rodados de piedras y peñascos (galgas) desde los cerros colindantes. Nada resultaba, porque el Capitán Araneda, empuñando a la sazón un fusil de los caídos, disparaba codo a codo con los Subtenientes Eulogio Saavedra, José Dolores Ríos y personal de tropa, por ventanas, puertas y socavón que se abría.
Se le intimó rendición en repetidas ocasiones, las mismas que José Luis Araneda contestaba por intermedio de su pequeño corneta: José Gavino Águila, de sólo 13 años, a quien hacía tocar "calacuerda" en señal de lucha hasta morir.
A las 2 de la mañana, cuando se retiraron los hombres de Vento ante el temor de ser sorprendidos por refuerzos chilenos, sólo quedaban en pie siete soldados, entre ellos el corneta-niño, el Capitán y los dos Subtenientes. Sólo 10 de los 36 Buines.
El 13 de julio de 1893 fue llamado a retiro, para reincorporarse en el año 1899. Fue destinado a prestar servicios en el Batallón RANCAGUA, desempeñando más tarde el puesto de Edecán del Congreso Nacional.
Su carrera militar activa terminó el 27 de octubre de 1907, observándose ya en su rostro los síntomas del mal que lentamente roía sus entrañas.
Por Ley Nº 2091 de 10 de febrero de 1908, se le otorgó el grado de Coronel, justo reconocimiento a las prendas que engalanaron su carrera de las armas que con tanta vocación y prestigio supo llevar adelante.
El 19 de enero de 1912, a las 00.30 horas de la madrugada, dejaba de existir en Santiago, a los 63 años de edad, el Coronel José Luis Araneda, "el héroe de Sangrar".
REGIMIENTO DE INFANTERÍA N°1 BUIN CUNA Y GLORIA DEL EJÉRCITO CHILENO

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